Por Jorge Luis García Pérez " Antunez"
julio 29, 2011
Quiero y para aclarar malos entendidos, expresar que no soy contrario a las políticas de dialogo y reconciliación pues reitero que ellas son sinónimos de civilización, tolerancia y comprensión, factores que deben primar en todo esfuerzo de transición.
Pero reitero que un dialogo sin voluntad política de la otra parte es estéril e inútil, un dialogo con quienes no nos reconocen como entes sociales, ni como personas, es como decía Bolivar arar en el mar.
Cuando hace unos días leí y escuché el documento titulado “El camino del pueblo” firmado por prestigiosos y muy queridos compatriotas míos dentro y fuera del país, pensé en las transiciones de Chile, Sudáfrica, Polonia e incluso en la Nicaragüense y con el mayor de los respeto a los firmantes considero que las condiciones no están creadas para tan magno pacto e incluso al régimen le convendría en las circunstancias actuales tales proyectos. Me explico:
Primero, entretendría a la opinión pública y sobre todo al pueblo con falsas expectativas sin ceder, en momentos en que la asfixiante situación económica golpea a sus ciudadanos.
Segundo, le restaría protagonismo a una oposición que a sabido ganarse espacio en detrimento de una dictadura que carece de la más mínima voluntad aperturista.
Tercero, el documento el Camino del Pueblo con una elaboración impecable y conteniendo los anhelos del pueblo, pasa por alto el principal factor para toda transición, es decir a la acción y a la resistencia de los ciudadanos.
Cuando el general Augusto Pinochet se atrevió al plebiscito, cuando el régimen comunista Polaco llamó a la oposición a dialogar o cuando los racistas Sudafricanos decidieron liberar a Mandela y desmantelar el oprobioso Apartheid, no actuaron por solicitud de un documento, ni porque los opositores y disidentes más notables se lo solicitaron.
Pinochet, Jaruzelski y otros especímenes cedieron ante la presión de la resistencia de sus pueblos y el respaldo de la comunidad internacional, porque solo la presión sobre todo la interna puede derivar los totalitarismos.
No obstante y salvo lo concerniente al dialogo nacional considero un documento importante y representativo de los objetivos por los que luchamos y en ese sentido valoro la madurez política e intelectual que han ido cobrando las fuerzas democráticas dentro y fuera de Cuba.
De todos modos y convencido que todo lo que se quiere hacer a favor de Cuba, su libertad y de su pueblo es positivo aún cuando no compartamos en los lineamientos, por lo que lejos de este escrito considerarlo critico o de censura es mi modesta opinión o sea es la modesta opinión de un cubano que también desea ver a su patria libre, pero sin los Castro y sobre todo con una salida que no puedan significar continuismo, sucesión, ni tampoco lo que sucedió en la otrora Unión Soviética, donde en el momento crucial, la oposición por no saber ponerse a la altura del momento histórico dejó que antiguos represores y jerarcas se repartieran el poder y las riquezas del país.
¡Ah! y una última observación, que distinto fuera el documento el Camino del Pueblo si una sugerencia tan objetiva y justa como la del ex preso político Ángel Moya Acosta formara parte del documento en cuestión.
julio 29, 2011
Quiero y para aclarar malos entendidos, expresar que no soy contrario a las políticas de dialogo y reconciliación pues reitero que ellas son sinónimos de civilización, tolerancia y comprensión, factores que deben primar en todo esfuerzo de transición.
Pero reitero que un dialogo sin voluntad política de la otra parte es estéril e inútil, un dialogo con quienes no nos reconocen como entes sociales, ni como personas, es como decía Bolivar arar en el mar.
Cuando hace unos días leí y escuché el documento titulado “El camino del pueblo” firmado por prestigiosos y muy queridos compatriotas míos dentro y fuera del país, pensé en las transiciones de Chile, Sudáfrica, Polonia e incluso en la Nicaragüense y con el mayor de los respeto a los firmantes considero que las condiciones no están creadas para tan magno pacto e incluso al régimen le convendría en las circunstancias actuales tales proyectos. Me explico:
Primero, entretendría a la opinión pública y sobre todo al pueblo con falsas expectativas sin ceder, en momentos en que la asfixiante situación económica golpea a sus ciudadanos.
Segundo, le restaría protagonismo a una oposición que a sabido ganarse espacio en detrimento de una dictadura que carece de la más mínima voluntad aperturista.
Tercero, el documento el Camino del Pueblo con una elaboración impecable y conteniendo los anhelos del pueblo, pasa por alto el principal factor para toda transición, es decir a la acción y a la resistencia de los ciudadanos.
Cuando el general Augusto Pinochet se atrevió al plebiscito, cuando el régimen comunista Polaco llamó a la oposición a dialogar o cuando los racistas Sudafricanos decidieron liberar a Mandela y desmantelar el oprobioso Apartheid, no actuaron por solicitud de un documento, ni porque los opositores y disidentes más notables se lo solicitaron.
Pinochet, Jaruzelski y otros especímenes cedieron ante la presión de la resistencia de sus pueblos y el respaldo de la comunidad internacional, porque solo la presión sobre todo la interna puede derivar los totalitarismos.
No obstante y salvo lo concerniente al dialogo nacional considero un documento importante y representativo de los objetivos por los que luchamos y en ese sentido valoro la madurez política e intelectual que han ido cobrando las fuerzas democráticas dentro y fuera de Cuba.
De todos modos y convencido que todo lo que se quiere hacer a favor de Cuba, su libertad y de su pueblo es positivo aún cuando no compartamos en los lineamientos, por lo que lejos de este escrito considerarlo critico o de censura es mi modesta opinión o sea es la modesta opinión de un cubano que también desea ver a su patria libre, pero sin los Castro y sobre todo con una salida que no puedan significar continuismo, sucesión, ni tampoco lo que sucedió en la otrora Unión Soviética, donde en el momento crucial, la oposición por no saber ponerse a la altura del momento histórico dejó que antiguos represores y jerarcas se repartieran el poder y las riquezas del país.
¡Ah! y una última observación, que distinto fuera el documento el Camino del Pueblo si una sugerencia tan objetiva y justa como la del ex preso político Ángel Moya Acosta formara parte del documento en cuestión.
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