Venezuela es un hito en la biografía personal de José Martí.
La hermana nación sudamericana estaba, entonces, gobernada por Antonio Guzmán Blanco. En ella el Apóstol ejercería varias de sus potencialidades: el magisterio, la tribuna y el periodismo.
También viviría la tensión política en un contexto sometido a la tutela del "despotismo liberal", y reafirmaría los sólidos principios éticos de su existencia como hombre, intelectual y revolucionario.
Algunos amigos le habían hablado de la complejidad de aquella sociedad, mas el cubano fue acogido por los intelectuales y el medio cultural como a un hijo.
En Camagüey estaban su mujer y su hijo, y los padres y hermanas en La Habana, sometidos a virtual pobreza, pero siempre alimentados por el decoro, norma de naturaleza moral que nutrió la conducta del hijo.
Venezuela era y es siempre Bolívar. Por eso, Martí narraría años más tarde al escribir los Tres Héroes para su revista La edad de oro: "Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar."
Allí funda y edita dos números de su Revista Venezolana, en julio de 1881, donde rinde tributo al civismo y honradez del maestro Cecilio Acosta y se gana el rechazo del gobierno, por lo cual debe emprender su partida hacia Nueva York.
En aquellas páginas, donde pudo brevemente materializar el sueño que había tenido -y no realizó- en Guatemala, no sólo expresaría sus principios y el código de su eticidad, sino que nos entregaría un virtual manifiesto de ese movimiento literario, raigalmente renovador, conocido en las letras hispanoamericanas como Modernismo.
Está cuajada su prosa, y definido su estilo. Como lo está su sensibilidad de artista: "Hacer, es la mejor manera de decir". Y también su concepción de ese "nuestro americanismo", que le permitirá insertar el problema de la independencia de Cuba como un factor sustancial de la propia independencia y soberanía latinoamericanas.
Así lo afirmará en el Manifiesto de Montecristi, a menos de dos meses antes de caer en combate, porque Cuba era, para Martí, la estrofa inconclusa del poema de 1810, es decir, de la obra de Bolívar.
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